jueves, 29 de diciembre de 2022

El último pasajero

Suena León Gieco en mis auriculares, el Hombrecito de Mar se llama el nuevo disco, todavía no le saco la ficha, igualmente todo es música para mis oídos por estos días.

Volvimos a ganar un mundial, como a los doce, cuando el Diego levantó la copa, ahora le tocó a Leo, lo escribo y no lo creo, cómo vamos a tener estos dos monstruos con la celeste y blanca, es insólito, demasiado, deberíamos cerrar la boca por un buen tiempo, hasta la ceniza o el cajón, lo que usted prefiera.

Leo está en la cima de la pirámide, sin resquicio para la duda, no se puede agregar nada, ni los panelistas se animarían  a discutirlo ya.




Luego del capitán viene el padre de la criatura, con el cual tuve una relación bastante distante, de repente se reveló como el mejor en lo suyo, un tipo serio, medido, y con una estatura digna del mejor dt de inferiores, desdramatizando, lejos de las excusas y la verborragia, y con un cuerpo técnico sólido y de perfil bajo. Hubo laburo, aciertos y errores, y también hubo resultados, difícil pedir algo más. Previo a la final ante Francia, zanjamos todas nuestras diferencias, tuve (y tengo) un mal sabor de boca por la final perdida ante Alemania, entendí en su momento que Sabella no se animó a salir a ganarla, Leo quedó demasiado lejos y las oportunidades fueron escasas de ambos lados, la pudimos haber traído igual, ojo, no critico con el resultado puesto, me dolió cómo se afrontó esa final. Di María confirmado en el once titular me ilusionó en grande, el mensaje era claro, íbamos a ir a intentar ganarla desde el principio. No iba a ser fácil. Creo que fui uno de los últimos en subirme, pero bueno, cuenten uno más para la Scaloneta. Nobleza obliga, perdón y gracias.





Tantos factores inciden que me parece estéril intentar hacer un orden de importancia, lo que quedó claro es que, por más que hagas todo bien, el trofeo no te lo llevás sin una pizca de suerte y otra de sufrimiento. 

Ser campeón del mundo debería bastar, pero no, ganarlo así tiene otro gusto, qué partido hijo de mil putas (insulto retrógrado, pero me cuesta dejar de usar) nos tocó, cómo vamos a sufrir así, nunca voy a olvidar ese mediodía de domingo, he sumado un recuerdo feliz, no es poco, la reconciliación con el fútbol, con sus orígenes, con el grito desaforado, con los nervios a flor de piel, con el miedo a gritar y/o ilusionarme hasta que no acabara semejante tortura, volví a los doce por un ratito, sin estridencias y con algunas canas, pero el mismo sentimiento genuino, de repente el bucle temporal nos hizo un guiño y volvimos una y otra vez a la corrida del Burru, y estuvo muy bien. Se festejó a lo grande, acá, allá, y en todas partes, el domingo, el lunes y así, la vuelta de los jugadores fue la frutilla del postre, todos asoleados sin importarle un carajo de nada, todavía andan con la cara colorada. Inolvidable.







Qué lindo mes vivimos, hermoso y cruel, como debe ser.


Hace mil años que no escribía, pero bueno, me dieron ganas. Aguante Argentina.


@el3delaU